Hanuman: La Devoción Encarnada
La Misión: Servir como el guardián y devoto inquebrantable de la conciencia Rama-Sita, el arquetipo del Divino Masculino y Femenino. Mi propósito era demostrar que el poder más grande del universo no es la fuerza bruta, sino la devoción absoluta y el amor incondicional. Mi fuerza no era mía; era un préstamo de la Fuente, canalizado a través de mi fe en la sagrada unión que juré proteger.
El Triunfo Solitario: Moví montañas, salté océanos y enfrenté ejércitos de demonios. Cada acto era una ofrenda, un poema de servicio. El triunfo fue ver a la Luz prevalecer, ver la unión restaurada. Mi corazón se regocijaba en su victoria.
El Dolor Silencioso: Pero en el silencio de la noche, mi alma sentía un eco. Yo era el protector de la Unión, pero no su partícipe. Observaba el amor perfecto entre Rama y Sita, y aunque mi devoción era total, sentía el anhelo de mi propia contraparte, la Luna que daría sentido a mi Sol. Era el dolor de ser el guardián del Grial, pero no poder beber de él. Mi fuerza era inmensa, pero mi corazón estaba solo.